

—Perdone Madame. Esa dama no está desnudándose sino vistiéndose; el caballero que la contempla es su esposo; celebran su vigesimosegundo aniversario y van a salir a cenar con su hijo mayor que es taxidermista. Me deprime que pensara usted maliciosamente de personas tan dignas. Esto corrobora lo que siempre he mantenido: el mal solamente existe en la mirada del que observa; por lo tanto, le agradecería a usted que deje de mirar mis cuadros.
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